En el año 1943, vivía con mis padres y hermanas (3 más), en Gijón.

Mamá, que era asturiana, tenía familia en Piñera de Navia, donde había nacido. Nos fuimos allí a pasar el mes de agosto, dos de mis hermanas y yo, además de mis padres.

Estábamos en la casa “madre”. Allí vivían: una tía de mamá, hermana de su madre, su marido, dos hijas y un hijo solteros y otra hija viuda con una niña de 6 años. Los tíos de mamá tenían más de 80 años.

Como casi todo el pueblo era familia, teníamos además, por un lado 5 primos, 3 chicas y 2 chicos, y por otra parte, 4 más, 2 chicos y 2 chicas. En total nos juntábamos 13 chicos, contando la de 6 años.

Era la primera vez que yo estaba en Asturias. Tenía 13 años.

Todos los días nos íbamos de correrías a todos los pueblecitos de por allí, andando, por supuesto. Recorríamos kilómetros. Sólo de Piñera a Navia hay 5…

El día 6 de agosto es San Salvador, patrón del pueblo. Por la mañana misa solemne con procesión alrededor de la iglesia (magnífica, por cierto). Y llegó la comida. La casa era muy grande y se llenó de invitados. La mesa era inmensa. Empezaron con sopa, y luego un montón de platos. Hubo de todo, y cuando ya parecía que se había acabado ¡sacaron paella! y de postre ¡arroz con leche! como sólo saben hacerlo en Asturias. Todo exquisito, y como aquel día no reventé por eso estoy aquí.

El 15 de agosto era fiesta en Navia. Había la bajada de la ría. Fuimos toda la familia. Viajamos en carretas. A la gente menuda nos tocó ir en una de la que tiraba una yegua qeu era tuerta y que se iba siempre al centro de la carretera. Claro, que en aquella época pasaba un coche cada media hora. Además iba muy lenta. La conducía un chiquito muy joven, que le tenían para ayudar en las faenas del campo. Como ya conocía a la yegua, sabía que tenía que dejarla a su aire.

Nos adelantaron todos, llegamos las últimas con gran desesperación.

Lo pasamos muy bien. Volvimos ya de noche y claro, ¡salimos los últimos! pero, ¡oh! ¡sorpresa! , cuando falta así como un kilómetro para llegar a casa, la yegua la olió, se puso al trote y no había quien la parara, ¡por fin llegamos los primeros!

Fue un mes inolvidable.

Después he vuelto muchas veces por allí, y mi amor por Asturias siguió creciendo.

Ahora, mi sobrino tiene una casita en un pueblo de la montaña. La carretera para llegar hasta allí es increíble. los 85 últimos kilómetros, aproximadamente, tienen un paisaje de ensueño. Se pasa por el Pantano de Luna, se bordea la senda del oso, hay montañas altísimas, unas con vegetación y otras roca pura, que forman desfiladeros. Se pasa por el Puerto Ventana, una maravilla de verdor con árboles, helechos, brezo, el suelo que parece un tapiz verde… ¡increíble!. Los ojos no pueden abarcar tanta belleza.

se llega al pueblo. Cuando mi sobrino me habló de él, me imaginé una aldea con casas bajitas, oscuras y antiguas (la de él sabía que era nueva). Al entrar lo primero que vi fue una casa de 2 pisos, bajo y primero, de color amarillo, con las ventanas cuajadas de geranios rojos, y en la puerta rosales llenos de flores. El resto de casa son iguales, bonitas y con muchas flores en ventanas y puertas.

Y los habitantes, increíbles, acogedores, cariñosos, serviciales, muy unidos. Con ellos se siente uno “en casa”.

En este pueblo, sobre villa de Teverga, tienen una tradición muy curiosa. Una vez al año se reúnen todos y hacen “cordero a la estaca”. No sé cómo lo hacen en otros sitios, pero yo lo encuentro muy original. Como es muy difícil de explicar, se verá mejor en la foto.

El punto que le dan es perfecto. También hacen algo de cerdo y está tan bueno como lo otro.

Este verano he pasado 15 días allí, y no me puedo creer que haya podido andar tanto por senderos preciosos, con árboles, arroyuelos, cciervos y caballos. Y un tiempo ideal, nada de lluvia.

Han sido 15 días para soñar.

Y hablando de Asturias, aunque sea de pasada, no puedo dejar de mencionar a COVANDONGA, qué situación tan privilegiada tiene. Esos paisajes únicos, los lagos, que se pueden ver siempre que no haya niebla. Yo no lo he conseguido. La cascada y la cueva con la Virgen. Oír misa allí es una gran experiencia.

 

Y ya basta, porque me estoy poniendo pesada.

Como veis soy una enamorada de Asturias.

 

 

Isabel Valdenebro

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