La bruja del caldero- La ridícula idea de no volver a verte-Rosa Montero.

Hoy ha sido difícil dar comienzo a la actividad, los residentes estaban “muy comunicativos” y han establecido varios  debates previos: ¿hacia dónde va la sociedad? (en general expresan una visión bastante negativa, salvo Sergio que ha aportado un toque más positivo), material de lectura nuevo (J. Marías, Insolación de Emilia Pardo Bazán, artículos del suplemento dominical de El País…)…

Por decisión salomónica se ha establecido que hoy sería el último día que leeríamos sobre Madame Curie, y que, dado que se celebra el centenario de la muerte de Emilia Pardo Bazán, les gustaría saber un poquito más sobre su vida y su obra.

Respecto al tema que nos ocupaba hoy, la que ha quedado como frase resumen ha sido: “Inalterable al desaliento”.

Hoy el texto trataba sobre el descubrimiento del radio, sobre cómo, bajo unas condiciones infrahumanas, con un laboratorio “cochambroso” y con un gran tesón, Marie consiguió extraer un decigramo de cloruro de radio de 10 toneladas de pecblenda, tras tres años de incesante trabajo.

Nos ha sorprendido mucho la revolución que supuso ese descubrimiento, y las aplicaciones tan macabras que tuvo:

“Se añadió radio a los cosméticos: a cremas faciales que supuestamente te mantenían joven para siempre, a barras de labios, a tónicos para reforzar y hermosear el cabello, a dentífricos para dejar los dientes blanquísimos y fulminar las caries, a ungüentos milagrosos contra la celulitis. Un anuncio de la crema AlphaRadium decía: “la radiactividad es un elemento esencial para conservar sanas las células de la piel” […] Pero el delirio radioactivo abarcaba muchos más campos que los meramente estéticos. Si se ponían una bolsa con radio en el escroto, los varones impotentes se curaban; si la bolsa la atabas a la cintura, dejabas de sufrir artritis. Los baños radiactivos hacían recuperar el vigor, y un poco de radio curaba males como las neuralgias o los catarros.  […] Incluso se usaba para tricotar ropa de bebé…”

Rosa Montero se plantea una pregunta que muchos compartimos: “¿No te inquieta pensar cuál será hoy nuestra radiactividad autorizada, qué sustancias legales nos estarán matando estúpidamente?

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