La ridícula idea de no volver a verte: hombres y mujeres

Como cada martes continuamos con nuestro material de lectura. Hoy nos hablaba de la apariencia de Marie Curie en todas las fotos suyas que se han encontrado, en cómo la percibían fría y sin sentimientos. La autora se pregunta si sería debido a la necesidad de ser respetada en un mundo dominado por los hombres:

” Un ejemplo: durante la última década del siglo XX, tanto Italia como España nos fuimos turnando para ocupar alternativamente el primer y segundo puesto mundial del crecimiento demográfico negativo. Es decir: éramos los dos países que menos hijos teníamos del planeta (luego esta tendencia se difuminó cuando empezamos a recibir tantos emigrantes). Y curioso que fueran justamente nuestras dos sociedades: católicas, muy machistas hasta hace muy poco, con una reciente y radical evolución en cuanto al papel de la mujer. Déjame que te diga cómo lo veo: nuestras madres vivieron atrapadas por el sexismo pero pudieron contemplar el cambio social, que sucedía delante mismo de sus ojos aunque ellas ya no pudieran beneficiarse de ello. ¡Y qué frustración debía de provocarles no haber podido gozar delas libertades de los nuevos tiempos por un margen tan fino! […] Entonces criaron a sus hijas, a varias generaciones de hijas, desde esa rabia y esa pena. Y nos llenaron los oídos con sus amargos pero hipnotizantes susurros; con palabras candentes como el plomo líquido: “No tengas hijos, no seas como yo, no te dejes atrapar en el papel doméstico, sé libre, sé independiente, haz por mí todo lo que yo no pude hacer”. Y nosotras, claro está, obedecimos: miles de españolas (y de italianas) hemos prescindido de los hijos.

Ahora que lo pienso, esa enardecedora consigna materna viene a ser como decirte: no seas tan mujer. No seas tan femenina. O no lo seas tanto como yo lo he sido. Sé otro tipo de mujer. […]

Entonces era verdaderamente difícil que te tomaran en serio siendo mujer; en consecuencia había que parecerlo más bien poco. Había que mimetizarse y ser uno más de los muchachos. […]”

Rosa Montero

I.V.: Quizá ahora sucede menos, pero en nuestra generación los padres de siempre decían que querían que tuvieran sus hijos lo que ellos no habían tenido. Por otro lado, e nuestra generación eso que comenta la escritora no pasaba, se veía natural el rol del hombre, era como había sido siempre. El hombre era el rey de la casa, la mejor tajada era siempre para él, y se le servía el primero. Cuando nosotras éramos jovencitas, los hombres, cuando se encontraban con una mujer inteligente ni la pretendían, se iban con las más “tontitas”. – Posiblemente antes el hombre iba a aprovecharse; si tenía a su lado en el trabajo a una mujer, no la tenía como compañera, sino para sacar todo lo que pudiera, y entonces la mujer se tenía que hacer de hielo para cortarle.

M.R.: Quieres que tus hijos tengan lo que tú no has tenido, porque tú has tenido esa carencia.- Hoy eso ha cambiado, se empieza a educar más en la igualdad.

Varios: Hoy lo que se observa, en general, es más o menos lo mismo pero sin tanta diferencia de género. Al que destaca por algo se le suele criticar, para evitar que brille tanto y que los demás no destaquen por abajo a su lado.

 

 

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