LAS BRUJAS NO SE QUEJAN

El pasado 28/07 comenzamos una nueva lectura: “Las brujas no se quejan”, escrito por Jean Shinoda Bolen.

Como preámbulo realizamos un coloquio sobre la concepción que tenía cada participante sobre el término anciana:

Isabel V.: Para mí es una palabra que no me choca porque la he oído desde pequeña, para mí no tiene ninguna connotación negativa.

Carmen G.: es una etapa más de la vida, depende de cómo estés

Mere R.:Para mí es lo que estoy viviendo. Es un término respetuoso, mejor que viejo por ejemplo.

Carmen G.P:: para mí no significa nada porque no soy anciana, soy mayorcita

Ángeles S.: es una palabra que no me gusta, mayor sí.

Vivina A.: con 87 años no me considero anciana, me considero mayor.

Pilar M.: A mí me encanta, la reivindico. En las culturas antiguas los ancianos eran personas respetadas, los que dirigían las tribus. Para mí es un término ligado a sabiduría; una persona mayor no es igual a sabia, una anciana sí.

 

Después de leer el capítulo, intentamos quedarnos con la idea de:

“Una anciana es una mujer que posee sabiduría, compasión, humor, valentía y vitalidad. Es consciente de ser verdaderamente ella misma, sabe expresar lo que sabe y lo que siente, y emprender una acción determinada cuando es necesario. No aparta los ojos de la realidad, ni permite que se le nuble la mente. Puede ver los defectos y las imperfecciones en ella misma y en los demás, pero la luz con la que los ve no es severa ni enjuiciatoria. Ha aprendido a confiar en sí misma hasta saber lo que ya sabe.”

 

Partiendo de esta premisa, nos adentramos de lleno este martes en la lectura de otro capítulo, titulado “Las ancianas no se quejan”

Todo el grupo fue consciente de que a diario, en la Residencia escuchamos una larga lista de quejas. Se comentó que las quejas persistentes pueden llevar al aislamiento, ya que la gente se acaba cansando de “escuchar a un quejica”. También Mere nos recuerda una cita: “lo malo de las mujeres no es que tengan enfermedades, si no que lo cuentan”.

En esta ocasión nos quedamos con la idea de que hay que vivir el presente, que hay que desterrar los “hubiera o hubiese” y que hay que silenciar las quejas mentales, porque en cualquier momento pueden ser verbalizadas. Reflesionamos también

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