Hola, hoy para darte “vidilla”, para animarte a la aventura, te propongo un viaje por las islas. No te asustes, no precisas hacer maletas ni coger un barco, sólo MIRAR TU ENTORNO CON OTRA ACTITUD: sin opinión previa, sin dar por sabido lo conocido, con los ojos de un niño de unos tres años, que todavía no ha generado etiquetas (bueno, malo, interesante, aburrido…), que acepta lo que ve como es, sin esperar, desear o exigir algo distinto; CON ESPÍRITU DE DESCUBRIMIENTO.
Mi propuesta inicial era un viaje por las Islas, porque en las observaciones sobre mí y mi entorno me he hecho consciente de que, en general, cada ser humano vivimos cerrados en nosotros mismos (“me pasa”, “quiero”, “no me hacen”, etc.) rodeados de gruesos muros de prejuicios, egoísmos, de falta de interés y valoración del otro… y ahora empiezo a pensar que debía haber sugerido un viaje interplanetario. No nos consideremos islas, sino planetas, más certeramente soles: centros y motores del sistema planetario (deseamos y esperamos que la vida gire en torno a nosotros).
Lo expuesto anteriormente deprime un poco. Desanima, como otras veces recurro al “Principito” (el personaje creado por Antoine de Saint-Exupèry) y de nuevo la sonrisa y la fuerza para vivir -lo que es- vuelve a mí. Te copio algunos párrafos:
… – Adiós- dijo
– Adiós -dijo el zorro-. He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.
…-Te juzgarás a ti mismo – le respondió el rey-. Es lo más difícil. Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo que a los demás. Si logras juzgarte bien a ti mismo eres un verdadero sabio.
… Las personas grandes aman las cifras. Cuando les habláis de un nuevo amigo, no os interrogan jamás sobre lo esencial. Jamás os dicen: “¿Cómo es el timbre de su voz? ¿Cuáles son los juegos que prefiere? ¿Colecciona mariposas? En cambio, os preguntan: ¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos tiene? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre? Sólo entonces creen conocerle. Si decís a las personas grandes: He visto una hermosa casa de ladrillos rojos con geranios en las ventanas y palomas en el techo…, no acertarán a imaginarse la casa. Es necesario decirles: he visto una casa de cien mil francos. Entonces exclaman: ¡Qué hermosa es!
¿Te animas? ¿Crees que merece la pena vivir la aventura, la gran aventura del descubrimiento de nosotros mismos y de cada persona que nos rodea? Mirándoles como si fuera la primera vez que la ves, esforzándote en centrar la atención, con respeto, para conocer lo que le preocupa, lo que siente, lo que le gusta… conectando desde el corazón…