El otro día, una compañera de mesa, en el desayuno, dijo con una actitud y voz de desánimo: ¡uf!, otro día más, otro día igual. ¿Cuántas personas piensan que todos los días son iguales? ¿tú lo crees?
Yo creo que, aunque aparentemente hagamos lo mismo, cada vez es diferente a la anterior en muchos pequeños detalles que hacen cada momento único e irrepetible. En nosotros recae la decisión, la responsabilidad de vivir conscientemente cada instante, el presente, el aquí y el ahora.
Ayuda el AMAR la vida. Amarla como se presenta, sin exigencias de que cumpla nuestras expectativas.
Es imprescindible reconocer que lo que consideramos nuestras vidas están afectadas para bien o para mal, queramos o no, por todo lo que sucede fuera de nosotros, cerca o lejos.
Hay que asumir la responsabilidad con nosotros mismos y con los demás por el hecho de vivir. La VIDA es un don, un regalo. Hay que posibilitar el conservarla y mejorarla.
CONCLUSIÓN: No existe la rutina, el aburrimiento, si en cada momento somos conscientes de lo que sentimos, olemos, de nuestro cuerpo, de lo que pensamos, de lo que queremos, deseamos, de todo lo que nos rodea (personas, paisaje, etc.) y nos comprometemos activamente en mejorarlo.