Nº 16: PERDÓN-GRACIAS-CREAR ENTORNOS ARMÓNICOS
Yo pido perdón. Pido perdón porque ante las dificultades me he hundido. Olvidé mi filosofía “tan bonita” expuesta en el primer escrito del blog -La aventura de ser mayor-. Dejé de luchar, de vivir con alegría lo que toca en cada momento, sin cuestionarme si me gusta, si es lo que quiero, simplemente lo que la vida me trae con espíritu de aventura sacudiéndome el miedo, el desánimo, la desmotivación… Y ¿qué pasó? que llegó el coronavirus y con él 59 días de confinamiento en mi habitación.
Apareció el dolor, perdí fuerza muscular, apetito, energía, ganas de vivir y de luchar, hasta la muerte me pareció una buena salida.
Gracias. Muchas gracias porque aún en los días peores, bien al fondo del pozo, nunca dejé de sentir un entorno de afecto, de atención y numerosos apoyos de muy diversas maneras, algunos tenía la sensación de ser enviados por espíritus de luz (sí, sé que es algo muy especial).
Gracias por tantos gestos de cariño, de interés, de respeto. Todavía me emociona y me emocionaba el no saberme sola, el tener la certeza, por mil pequeños gestos, que tengo un espacio en muchos corazones. A todos y cada uno os debo mi remontada y el volver a luchar por mejorar mi salud. GRACIAS Y MUCHAS BENDICIONES PARA TODOS.
Crear entornos armónicos: hace unos días una amiga me hizo llegar este escrito que voy a compartir con vosotros:
“Cuentan que la curiosidad hizo que un niño descubriese la vital importancia de ayudar a crear entornos de paz, amor, luz y consciencia. Tejiendo sabiamente con los colores del alma.
– Abuelo, ¿puedo preguntarle por qué, cada tarde le veo sentado en este banco de la plaza sonriendo en dirección al sol? – pregunta tímidamente el niño mientras se mantenía a unos pasos de distancia, ya que no sabía qué tipo de respuesta obtendría.
El anciano inclinó lentamente su cabeza, hizo una breve pausa, le miró con gran ternura y con mucha paz le respondió: “Estoy tejiendo”
El niño sonrió: ¿cómo que está tejiendo abuelo?, si no veo que tenga lanas de colores ni tampoco grandes agujas…
– Tejo realidades, mencionó el anciano. Puede que parezca que aquí sentado no hago nada, continuó. Sin embargo permaneciendo en calma hago que mi corazón cree un entorno armónico. También bendigo con mis pensamientos e intenciones a todos los que pasan por esta plaza para que tengan el mejor de sus días. Así es como voy tejiendo.
Siempre los saludos con amor, les sonrió con franqueza, y si les veo medio caídos levanto mi bastón y les digo: vamos, que se puede. También le pido a los pájaros que me ayuden a darles fuerzas cantando, porque sus maravillosos sonidos revitalizan y sanan.
El niño estaba absolutamente asombrado. No podía creer lo que estaba acostumbrado a ir insistentemente que cuando uno se vuelve viejo ya no sirve para nada.
– En esta luminosa tarea de ayudar a crear entornos armónicos no estoy solo, remarcó el anciano. Y extendiendo de par en par sus brazos exclamó: mira la belleza que irradian los árboles, huele el maravilloso perfume que sin pedirnos nada a cambio me comparten las flores. Contempla el incansable trabajo de esas abejas, observa con cuánta libertad juegan los perros. Siente como te acaricia el viento y la existencia a su modo, también tejiendo. En mi caso disfruto de tejer con hebras de luz, por eso cada tarde abro mi corazón para que los rayos del sol entren, me acaricien y se anclen en el suelo junto con mis sentimientos más puros, de manera que la madre tierra sienta cuánto la amo.
Por último, el anciano destacó: sin importar la edad que se tenga, todos podemos ayudar a tejer el entramado de un mundo más consciente, sensible, solidario y humano, haciendo que nuestras mejores intenciones viajen más allá de las fronteras. También podemos irradiar mucho amor para que las heridas se cierren, los corazones se abran y que cada uno alcance su máximo potencial, descubriendo el poder transformador de las cosas.
Los ojos del niño comenzaron a brillar.
El anciano se acercó, le pidió permiso a través de una sonrisa y le dio un cálido abrazo.
Cuentan que el sol alumbró aún más fuerte para sumarse al encuentro.
Y en ese instante, a modo de agradecimiento, el niño le susurró: me voy a casa abuelo, tengo que ir a contarle todo esto a mi mamá, porque es de las personas a quien más quiero en este mundo y todavía teje usando lanas y agujas.”
1 Comment
Inma. 😉 (miércoles, 03 febrero 2021 01:20)
Yo también te pido perdón por aquellos momentos en los que no he estado y quizá me esperabas, por aquellas palabras que no te dije, por esos momentos que te hice sentir decepción cuando en realidad estabas ilusionada pensando que algo sucedería diferente.
Sé que no te gusta jugar ni esperar nada de nadie a no ser que te lo dé porque sí… pero creo que a veces el corazón tiene su propio camino diferente al juicio por tanto te pido perdón por haber hecho daño alguna vez a tu corazón.
Una amiga que algunas veces no supo estar a la altura .